No es tarde.
Las palabras rozan el cielo moribundo.
Yo suelto una campanada para que el muerto me vuelva a mirar.
Resuena el eco en este pueblo apagado - mis alas no hacen lo suficiente para el ejercicio del vuelo-.
Transpiro una libertad intransferible.
Siento que el tiempo corre de atrás a mis pasos fatigados.
Una oscuridad inquieta se acerca al atril.
No escucho a mi memoria.
Ahora es tarde.
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